Nicaragua: entre barricadas, Monimbó aguarda incursión policiaca

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Todo parece paralizado, con barricadas de hasta dos metros en sus calles, bajo alerta y casi sin dormir: Monimbó, un barrio indígena de la rebelde ciudad de Masaya, se dice preparado para un enfrentamiento con las fuerzas del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.

El gobierno hará el viernes el “repliegue”, una caravana que anualmente encabeza Ortega hasta Masaya, 30 km al sur de Managua, para festejar una gesta de la insurrección que, comandada por los sandinistas, derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979.

Eso hace temer una violenta incursión en esta ciudadela del sur de Masaya que hace cuatro décadas peleó con coraje contra Somoza, y donde desde hace tres meses se atrincheran sus pobladores en oposición a Ortega, ex guerrillero sandinista de 72 años.

“Aquí en Monimbó no lo vamos a permitir. No lo queremos y lo sabe. Nunca van a entrar, a menos que nos maten a todos”, aseguró a la AFP en una barricada un hombre con el rostro cubierto, de gorra y camisa verde olivo.

El “repliegue” será justo el día en que la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia -que reúne a grupos de la sociedad civil- convocó a un paro nacional, el segundo durante esta crisis que deja más de 260 muertes.

La Alianza realiza este jueves una manifestación en Managua y otras ciudades, pero Monimbó no abandona posiciones y tendrá su propia marcha, resguardada por sus murallas de adoquines apilados uno a uno por sus pobladores.

“Bombas de contacto”

El barrio parece un fortín. Las barricadas, algunas de dos metros, fueron construidas para repeler a policías y antimotines que actúan con hombres de civil, encapuchados y fuertemente armados.

“Monimbó resiste, no van a entrar porque les da miedo. El monimboseño es kamikaze: va a morir él, pero va a matar a dos”, dice a AFP un joven de 28 años que se identificó como ‘guardabarranco’ -nombre del pájaro nacional-, en una casa del movimiento opositor.

El temor no es infundado. En este barrio de artesanos que trabajan hábilmente el tejido, la madera y el cuero, nació la “bomba de contacto”, empleada por los guerrilleros sandinistas en sus combates contra la guardia somocista.

“Nuestros artesanos en el día hacen hamacas y artesanías y en la noche bombas”, dice ‘guardabarranco’, tras explicar que se hacen con pólvora, vidrio y clavos, en vasos de compotas para bebé o de mostaza.

Cerca de él, Mariela, quien a los 14 años empuñó un fusil contra la dictadura somocista, describe a su pueblo de sangre indígena como “aguerrido, decidido y valiente”.

“Los orteguistas vienen con armas de guerra. Pero tenemos, además del valor, como 6 mil bombas de contacto”, afirma esta mujer que, ahora a sus 53 años, aporta en la organización y defensa del movimiento.

Rebeldía en la sangre

Símbolo de la ciudad más combativa de Nicaragua, Monimbó no le perdona a Ortega la represión de las protestas que estallaron el 18 de abril contra de una reforma al sistema de pensiones, propagadas rápidamente por todo el país.

“Aquí en Monimbó si tocan a uno tocan a todos. Hay cansancio y estrés por 84 días de lucha, pero hemos enterrado compañeros y eso nos da fuerza para seguir. Resistir lo llevamos en la sangre, en el ADN”, comenta orgulloso ‘guardabarranco’.

La gente está en guardia. Vendedores de frutas, verduras y plátanos fritos apostados en las esquinas, sirven de aviso para muchachos encapuchados que cuidan las trincheras, a quienes el gobierno llama “delincuentes” y “golpistas”.

Los manifestantes piden la salida del poder de Ortega, quien gobierna por tercer periodo consecutivo desde hace 11 años, al acusarlo de desatar una brutal represión e instaurar una dictadura con su esposa Rosario Murillo.

“Ortega no es sandinista, es somocista. Nos estafó. Pero Monimbó tiene experiencia en derrocar dictadores, sean de izquierda o derecha. Pase lo que pase vamos a estar de pie. Al final hay que morir algún día”, sentencia ‘guardabarranco’.

A poca distancia, en la placita de Monimbó, el encapuchado verde olivo coincide con él, mientras maniobra un lanza-morteros: “Dignamente estamos dispuestos a morir”.

Fuente: La Jornada